En silencio dieron de su grandeza …
Imagen de Manuel Morales Olivera
Manuel Morales Olivera
22/06/2016 - 10:30

A los héroes …

Los mártires y los héroes de la Guerra del Gas (2003) abrieron con sangre el camino a la dignidad.  Junto a ellos, la inmensa mayoría de nuestro pueblo estuvo presente en esas gloriosas jornadas y en otras tantas batallas que se libraron.

Cuando se escribe la historia, se suele olvidar a esas personas, que en silencio dieron de su grandeza, a esos héroes que estuvieron dispuestos a dar todo, incluso la vida.  ¿Cuántos de nosotros estaríamos hoy mismo, dispuestos a jugarnos la vida por alcanzar nuevos horizontes sociales y políticos?

Los mártires y los héroes de la Guerra del Gas (2003) abrieron con sangre el camino a la dignidad.  Junto a ellos, la inmensa mayoría de nuestro pueblo estuvo presente en esas gloriosas jornadas y en otras tantas batallas que se libraron.

Cuando se escribe la historia, se suele olvidar a esas personas, que en silencio dieron de su grandeza, a esos héroes que estuvieron dispuestos a dar todo, incluso la vida.  ¿Cuántos de nosotros estaríamos hoy mismo, dispuestos a jugarnos la vida por alcanzar nuevos horizontes sociales y políticos?

Así como hoy escribo estos artículos recordando lo que nos tocó vivir en ese lugar de la trinchera, de la misma forma, miles de hombres y mujeres podrían escribir su parte de la historia.  Podrían escribir sobre los debates en esos ampliados y asambleas el año 2003 en El Alto; los ampliados en todo el país preparando los bloqueos; las reuniones clandestinas, las convocatorias a concentraciones; esos miles y miles de bolivianos que antes de que salga el sol salían de sus cuartos y casas, dejando el almuerzo preparado para las wawas, salían para sumarse a los bloqueos, para ir a enfrentar a la policía y al ejército, para enfrentarse al opresor.

¿Cómo se podría escribir una parte de la historia sin recordar esos rostros, llenos de indignación, de angustia, de esperanza?   Es imposible entender la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia si no se tiene presente en el alma, esa fuerza colosal del oprimido que se rebela.  Pero ese oprimido, esa fuerza colosal, se hace sumando uno a uno a personas de carne y hueso, a personas con nombre y apellido.

Aquellos días de octubre del 2003, cuando oí la noticia de que un distrito de El Alto estaba movilizado y se estaba enfrentando en esos momentos con la policía y el ejército, recordaba los talleres que se habían realizado, ahí en El Alto, meses atrás; recordaba sus rostros de indignación al recibir la información y comprender lo que realmente nos estaban haciendo, y me tembló el alma al saber, que ellos, esos asistentes a los talleres junto a ese valeroso pueblo, ahora estaban jugándose la vida … por sus hijos, por mis hijos, por ti y por todos.

Cuando llegó la noticia del inicio de los bloqueos en la fecha definida en Santa Cruz, salió de nuestros labios un “lo lograron ¡Carajo!!”.  Contra viento y marea, esos héroes hicieron esa gran epopeya.  Cada uno hizo su parte. 

Sus rostros duros, su rabia mezclada con angustia, su necesidad de sublevarse, su necesidad de gritar su indignación, su necesidad de cambiar sus vidas; los mayores decididos a cambiar la vida de sus hijos y sus nietos, los jóvenes decididos a no aceptar más lo que sus padres vivieron; todos ellos son los héroes de esta historia, los héroes cuyos nombres “el mármol y el bronce” no recordará, pero que merecen su lugar de honor en la historia.

Y son los rostros de estos héroes los que tuvimos presentes, en cada momento de la parte de la historia que nos tocó vivir.   Los conocimos en los cientos y cientos de talleres, reuniones y ampliados que se realizaron, en el ampliado en el norte de Potosí, no muy grande, con unos 200 o 300 dirigentes; en el ampliado en Montero, con más de mil delegados; en la pequeña reunión en Oruro, con 20 personas y otro taller de 200 personas en el auditorio de su Facultad de Derecho; los conocimos de norte a sur, de este a oeste, en los cientos de reuniones, talleres y ampliados, hasta el último al que asistí, en Cochabamba, un encuentro de las juventudes del Instrumento Político, en septiembre del 2003.

La nacionalización y sus resultados no se miden sólo en cuántos millones o miles de millones de dólares recibimos de más o de menos.  Esos cálculos hay que hacerlos, pero no son el fondo del asunto.  La nacionalización fue más que la recuperación de la propiedad de los hidrocarburos, fue la recuperación de la dignidad.

Y en esa tarea histórica, cuando trabajábamos el año 2006 con el joven equipo boliviano que participó en la negociación de los nuevos contratos petroleros,  estuvieron también en la trinchera otros héroes que la historia no ha reconocido pero que el pueblo tiene derecho a conocer.  Fueron compañeros del “más alto nivel humano, del más alto nivel político y del más alto nivel técnico”, que en silencio hicieron posible la hazaña.

Estos compañeros llegaron como parte del apoyo internacional que tuvimos.  Dignos hijos de su pueblo, dignos hijos de Nuestra América; pusieron al servicio de nuestro pueblo toda su capacidad técnica, política y personal; se la jugaron codo a codo en la trinchera y de “apoyo” pasaron a ser hermanos, hermanos nuestros y de nuestro pueblo; y después de esos días, sabemos que llevan a nuestra patria en el alma.

No se puede ni siquiera 10 años después entrar en mayores detalles, pero en los momentos decisivos dieron la talla.  Su franqueza era absoluta, “tengan la certeza de que se van a equivocar  …”, nos dijeron, “pero equivóquense a favor del Estado”.  No faltó la vez en que me dijeron: “¿Tu sabes que lo que quieres hacer es imposible?”.

Estaban con nosotros prácticamente todo el día, apoyando ya sea temas técnicos o consultas más complicadas, o incluso apoyando emocionalmente a nuestro joven equipo, era enorme el peso que tenían nuestros muchachos sobre sus espaldas.  Pero con ese peso en los hombros, no dejaban de ser jóvenes, no dejaban de reír, de bromear, de “gualaychear” como diría mi madre.  Fue un día de esos, en los que la juventud llenaba de risas y bromas y carcajadas nuestras oficinas, que uno de estos hermanos, cual padre que ve a sus hijos, con una sonrisa en el rostro, dijo algo así:   “Estos muchachos, no tienen la más mínima idea de la gigantesca tarea que están cumpliendo”.

Estos hermanos, que habiendo nacido lejos dieron todo en nuestras tierras, merecen su lugar en esta parte de la historia no contada de la nacionalización de los hidrocarburos.

Manuel Morales Olivera

El Periódico Digital OXIGENO.BO, es desarrollado y administrado por Gen Film & Crossmedia Ltda. Teléfono: 591-2-2445455. Correo: info@gen.com.bo