Tierra Lejana
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Hernan Maldonado
09/06/2014 - 09:10

Fue ayer nomás

Con el auge de los medios de comunicación, especialmente la TV, el fútbol se convirtió en una pasión y en algunos países, como Brasil, en casi una religión. Justamente allí se disputará desde esta semana la XX Copa Mundial que reemplazó a la Copa Jules Rimet ganada en propiedad por los brasileños con su tricampeonato de México-70.

El gran maestro de periodistas, don Julio Borelli, llamaba al fútbol “el deporte de las multitudes”, pero desde siempre se lo conocía como el “deporte más popular”, porque para su práctica en cualquier rincón del mundo lo único necesario es un esférico que ruede.

Con el auge de los medios de comunicación, especialmente la TV, el fútbol se convirtió en una pasión y en algunos países, como Brasil, en casi una religión. Justamente allí se disputará desde esta semana la XX Copa Mundial que reemplazó a la Copa Jules Rimet ganada en propiedad por los brasileños con su tricampeonato de México-70.

Un reciente reportaje ha puesto en duda que el fútbol sea ahora el más popular de los deportes si se toma en cuenta los costos para el aficionado común y corriente. Brasil es de por si un país caro, pero que un visitante tenga hoy que erogar, entre gastos de hospedaje, alimentación, transporte y entradas, un equivalente de $435 diarios en cualquiera de la sedes, no es moco de pavo.

Los beneficios para el país sede son indudables por el turismo, la infraestructura y la posibilidad de lograr la corona, pero hay millones de “torcedores” (aficionados) que entienden que los $33.000 millones gastados en la organización hubieran sido mejor aprovechados construyendo escuelas, hospitales, carreteras o subiendo los sueldos.

Por eso las protestas. Jamás en la historia del torneo, desde Uruguay-1930, un campeonato se ha disputado en medio de un fenomenal descontento político-social. Las autoridades garantizan la seguridad de los protagonistas y visitantes, pero nunca se puede estar tan seguro.

Guardando las distancias, hay que recordar que los Juegos Olímpicos de 1968 en México, estaban rodeados del mismo clima pero el descontento fue triturado por el régimen de Gustavo Diaz Ordaz con la masacre de centenares de estudiantes en la plaza de Tlatelolco.

Ante la inminencia de un nuevo torneo, estos días pasan como una película por mi mente las veces en que como periodista de la United Press International tuve el privilegio de estar en una tribuna de prensa con la adrenalina a millón, con mi jefe al otro lado de la línea pidiéndome que le dictara jugada por jugada, luego el urgente con el resultado y la crónica.

“Tómate cinco minutos de descanso y luego me dictas el segundo lead, más elaborado y con declaraciones”, me pedía Herman Beals, el gran colega que usualmente era el jefe del grupo de periodistas de UPI a los grandes eventos deportivos internacionales.

Eso suponía que en esos “cinco minutos” debía yo correr hasta la rueda de prensa post-partido, subir otra vez hasta la tribuna de prensa y dictar el segundo lead. “No te olvides de ponerle color…”, recomendaba Beals.

En el trayecto a la rueda de prensa, mentalmente, debía componer el encabezado, que tenía que tener tal atractivo como para que el jefe de redacción de un diario cliente en cualquier parte del mundo de habla hispana lo prefiriera al de la competencia, es decir a la nota de la Associated Press.

Todo había que hacerlo en cuestión de minutos y en medio de un griterío general, porque como yo, otros cientos de corresponsales estaban haciendo lo mismo. A veces –como ocurrió en la final de Argentina-78--  había que ignorar los gritos de “periodistas” convertidos en furiosos fanáticos.

“Está todo bien. Ahora siéntate un ratito y redacta con calma el oniter” (la crónica del mismo encuentro, pero para diarios vespertinos del día siguiente), recomendaba Beals. Hoy ya no hay estos apuros. En el más remoto lugar del mundo se ven los partidos en vivo y en directo. Se puede saber el resultado velozmente por tweeter. Ya no existe UPI, la segunda agencia noticiosa más grande del mundo. Los periódicos están en extinción, pero todavía vivimos los protagonistas de “esas Copas”.

Cálidos saludos a Herman Beals, Luis Muñoz, Fernando Lepe, Tony Espetia, Guillermo Piernes, Jorge Ribadeneira, Ciro Gamarra…, casi siempre “enviados especiales”, del no menos importante “quedado especial”, el Jefe del Departamento Latinoamericano de UPI, Enrique Durand.

(*) Hernán Maldonado, periodista ex UPI; EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años corresponsal de la ANF de Bolivia.

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